viernes, 22 de septiembre de 2023

Fisiologia de las vias aereas

La vía aérea se clasifica en alta y baja (o superior e inferior), considerando como hito anatómico el cartílago cricoides. Desde un punto de vista funcional, se puede considerar como alta la vía aérea extratorácica y baja la intratorácica (Fig. 1). Se podría considerar que la vía aérea se compone de compartimentos funcionales: una zona de conducción proximal, que consiste en el árbol traqueobronquial hasta la generación 16, una zona de transición (generaciones 17 a 19) y una zona respiratoria (generaciones 20 a 22). Finalmente, se encuentra la región alveolar. Vía aérea superior Existen diversas características anatómicas de la vía aérea alta que permiten que cumpla su función protectora. Con respecto a la nariz, el eje de la vía nasal se orienta en 90º respecto a la tráquea, lo que le permite atrapar partículas. Los cornetes, estructuras altamente vascularizadas y con un gran área de exposición, concentran el aire en una corriente pequeña, logrando calentar, humidificar y filtrar el aire que ingresa por la nariz. En promedio, el 50% de la resistencia de la vía aérea está en la nariz, siendo en recién nacidos hasta 80%. Es por esto que cualquier compromiso de las dimensiones de la vía aérea nasal (edema de la mucosa, secreciones o un cuerpo extraño) en lactantes, que son preferentemente respiradores nasales, significará la aparición de dificultad respiratoria evidenciada en uso de musculatura accesoria y retracción costal. La faringe es una zona colapsable, formada por los músculos constrictores de la faringe y la base de la lengua. Para evitar que la vía aérea alta colapse durante la inspiración, el tono muscular indemne es fundamental. Durante el sueño, el tono muscular y la acción de los músculos dilatadores de la faringe disminuyen considerablemente, favoreciendo la disminución del diámetro de la vía aérea superior. En algunas situaciones patológicas esto llevará al colapso, produciéndose ronquido y apneas obstructivas. La laringe constituye una zona compleja de la vía aérea superior, encargada de coordinar la respiración con la deglución en forma segura y efectiva y, además, encargarse de la fonación. Esto se logra con un adecuado funcionamiento de las cuerdas vocales que deben abrirse al respirar, para que el aire fluya a la vía aérea; cerrarse al deglutir, para que no se aspire el alimento hacia la vía aérea; cerrarse y vibrar, para fonar y finalmente, para permitir el mecanismo de tos, cerrarse para aumentar la presión intratorácica y luego abrirse abruptamente para espirar a alto flujo. Existen diferencias clásicamente descritas entre la vía aérea alta de los niños y los adultos. Es así como la laringe de los niños es más alta, la epiglotis más alargada, siendo la vía aérea de una forma más bien cónica, no cilíndrica como el adulto, con la zona más estrecha a nivel del cricoides y no a nivel de la rima glottidis (espacio potencial entre los ligamentos vocales o cuerdas focales verdaderas) como en el adulto (ver Tabla 1). Sin embargo, hay estudios que ponen en duda esta descripción. Las descripciones clásicas de la vía aérea de los niños se realizaron basadas en moldes tomados de muestras de laringe de cadáveres. Estas podrían no ser una demostración fiel de lo que ocurre a nivel dinámico en la vida real. Wani et al revisaron de manera retrospectiva tomografías computadas de pacientes pediátricos oncológicos con edades entre 1 mes y 10 años. Se evaluó la ventilación durante el examen radiológico estando en sueño espontáneo o, si era necesario, con sedación con hidrato de cloral. 


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